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Mostrando las entradas de octubre, 2023

CAMINANDO SOBRE LETRAS

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  Estaba muy niño aprendiendo a leer, devoraba cuantas letras se me aparecían, y al pasar por el Parque Caldas leí con dificultad un aviso, “Caja de ahorros de Cir-obreros”. Me extrañó y le pregunte a mi tío Arturo Jaramillo que era eso de “cir-obreros”. Círculo de obreros, me aclaró. ¿Y dónde le dejaron el culo? pregunte en automático.         Aprender a leer es muy difícil. La palabra es un símbolo, no es lo que describe, pero lo convierte en realidad. Es algo mágico. Yo quería practicar a toda hora y me ganaba regaños por mover, para poderlos leer, los gruesos afiches de la Lotería de Manizales que mis tías ponían como caminos en el suelo de la casa cuando enceraban el piso. Alguna vez, en un almacén, me dijo mi mamá en tono sorprendido, ¿qué es lo que le mira?, cuando yo trataba de leer un llamativo aviso en las nalgas de una señora. En esa época algunas telas literalmente copiaban las páginas de los periódicos y así podíamos leer sobre muy especiales soportes. De milagro no me aga

PERRA VIDA

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  Vivo hace 45 años en un condominio de 112 casas, amplio, ordenado, con muchos jardines que invitan a recorrerlo. Hace cuatro décadas disfrutaba paseando a mis niños y compartía con mis vecinos en idéntica grata tarea. Tiempos de armonía. Desde hace algunos años salgo a pasear con mis nietos y observo pocos niños y a muchos de mis jóvenes vecinos paseando perros: canes hermosos, bien tenidos, super cuidados, algunos de ellos increíblemente parecidos a sus dueños.   Marchan seguros, exigentes, cuasi humanizados, posesionados de su papel de miembros de la familia. No necesitan prestar servicio alguno sino ser acompañantes, envalentonados con su cambio de ser simples perros a adoradas mascotas. A veces reemplazan a los hijos. Tengo que caminar con cuidado para que no me tropiecen, me enreden en sus correas o pise algún incómodo recuerdo, que indiferentes dejaron en el suelo a pesar de los coloridos recipientes con letreros indicando su uso como receptores de sus excretas. Los perros

NO DEPENDE DE MI

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Antes no tenía tiempo para que se me enredaran los recuerdos y la mente. Cuatro hijos necesitaban de mi continuo esfuerzo, de mi trabajo independiente, y debía estar muy activo tratando de vivir de mi título de Zootecnista (el cual les daba algún rigor a mis propuestas comerciales), visitando a los clientes, ofreciendo innovaciones, atento al mercado. Quería vivir de lo aprendido en mis viejas clases de nutrición animal y no me quedaba tiempo para elucubraciones. Ya estoy jubilado, el tiempo no me acosa, puedo disfrutar, profundizar mis ideas y aún escribir sobre ellas. Se escribe pretendiendo ser leído y no sé cuánto lo logro y me lo pregunto. Tengo tiempo para releer mis notas, para rumiar mis ideas. Algunas veces quedo conforme con los cambios que se me ocurren, pero, con frecuencia, ante tantas posibilidades pierdo confianza y me paralizo. Llego a pensar, como bien lo expresara el poeta Nicolás Suescún:   “No depende de mí   sino de algo que me mueve   y me lleva   más