NO DEPENDE DE MI



Antes no tenía tiempo para que se me enredaran los recuerdos y la mente. Cuatro hijos necesitaban de mi continuo esfuerzo, de mi trabajo independiente, y debía estar muy activo tratando de vivir de mi título de Zootecnista (el cual les daba algún rigor a mis propuestas comerciales), visitando a los clientes, ofreciendo innovaciones, atento al mercado. Quería vivir de lo aprendido en mis viejas clases de nutrición animal y no me quedaba tiempo para elucubraciones.

Ya estoy jubilado, el tiempo no me acosa, puedo disfrutar, profundizar mis ideas y aún escribir sobre ellas. Se escribe pretendiendo ser leído y no sé cuánto lo logro y me lo pregunto. Tengo tiempo para releer mis notas, para rumiar mis ideas. Algunas veces quedo conforme con los cambios que se me ocurren, pero, con frecuencia, ante tantas posibilidades pierdo confianza y me paralizo.

Llego a pensar, como bien lo expresara el poeta Nicolás Suescún:

 “No depende de mí

 sino de algo que me mueve

 y me lleva

 más allá de lo razonable y lo sensato

 quizás más allá de la locura.”

Es una hermosa razón para arroparme en ella, pero pasa el tiempo insistiendo en lograr darle un vestido aceptable a mis ideas, muchas pobres e infértiles. No caben más tachones y reescritos.

Persevero y sufro. Pienso en aquellos que quiero que me lean y dudo de lograrlo. A veces creo estar sentado como reo ante la Real Academia de la Lengua y comienzo a retorcer lo escrito y el texto queda reseco.

Pero no depende de mí y sigo escribiendo.

 

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