PENSANDO CON LAS PATAS
En bachillerato, en el colegio San Luis Gonzaga de los jesuitas, el matón del curso, orgulloso, brusco, gritón y fuerte, me tenía entre sus víctimas. Pienso también tenía problemas en su casa. Alguna vez, al prepararse para jugar fútbol, exhibía orgulloso las marcas de fuertes correazos en sus piernas. Decía que así trataban a los hombres en sus casa. Su agresividad, con tintes de resentimiento social, ayudaba a manejar en el campo de futbol, los tremendos partidos contra el equipo de un colegio popular, el Gimnasio Manizales. Nuestro rector, insistía que los Gonzaga debíamos ser los caballeros de la cancha, yo pensaba que solo a veces. Su líder era un difícil Dorancé, que enfrentaba, a golpes y patadas, a nuestro perdonavidas. Era de simple supervivencia entrar en la pelea y, en esos momentos, yo miraba distinto a mi explosivo compañero. Como buen acosador, creía sabérselas todas, pero sacaba malas notas y pagaba frecuent...