CONDUCIENDO CON UN TOQUE ESPECIAL

  





Mi mamá, posiblemente luego de una buena cosecha de café, compró un automóvil Dodge de segunda mano, color azul, modelo 53. Fue la locura.

Su profesor de manejo era un propietario de taxis, un moreno amable y bien plantado que se llamaba David. Ni siquiera este David pudo con Pastora Jaramillo, era ella quien ponía las reglas. Mi mamá solo respetaba las normas de tránsito que le convenían.

Manejaba a la máxima velocidad que el tráfico le permitía. Además, hacía vida social al volante, y pretendía saludar a todas las personas con las que se cruzaba. Ser tan conocida se traducía en frenadas intempestivas y continuos trancones. Tuvo muchos accidentes menores, se estrelló contra la puerta de mi colegio, arrastró varios metros a un policía de tránsito que estaba montado en una gran torre de madera, desde donde inútilmente pretendía dirigirla.

Una vez, bajando a La Arabia en el Land Rover de la finca familiar, decidió echar atrás al conductor y tomar el control del vehículo. En una curva muy pronunciada, el carro se salió del camino y mi mamá salió dando tumbos por un cafetal bastante empinado. El jeep quedó detenido por los cafetos, y ella, llena de morados y adolorida, le devolvió el carro al conductor, con quien finalmente terminamos de bajar a la finca.

Con frecuencia quería recogerme en el colegio. Pretendía llevar al centro de Manizales a todos mis compañeros, y aprovechaba hasta el baúl del carro para cargarlos. Salía rápido y, a veces, hacía trompos en la casi siempre húmeda avenida Santander. Nunca pasó nada, y ella permanecía sonriente.

Un día pasábamos por la carrera 23, en el centro. Mi mamá sacó el brazo ,según las normas del momento,y paró. Un bus que venía detrás nos estrelló, y yo me descalabré contra el tablero del carro. Mi mamá, ejemplo de buen genio, se transformó al verme ensangrentado y se bajó a pelear con el chofer. Este se atrevió a reclamarle, mentirosamente, que no había sacado la mano. Ella, con su gracia habitual, le respondió: “Si hubiera sacado una pierna, ¿sí la hubieras visto?”

Tuvo mil encontrones con el director de tránsito. Alguna vez, este le reclamó por un reporte que la sindicaba de haber frenado al carro de bomberos. Ella respondió: “¿Cuál frenar? ¡Si no me pudieron alcanzar!”

Con el tiempo, el director se desesperó y, muy formalmente, la detuvo y le leyó oficialmente el memorial de agravios. Mi mamá lo aceptó y adujo, a su favor, que tenía un problema muy serio. El director, molesto, le preguntó cuál era ese problema que le impedía cumplir con las normas. Mi mamá declaró: “Yo soy muy chiquita: si alcanzo los pedales no veo, y si veo, no alcanzo los pedales”.

 

Comentarios

  1. Me acuerdo la rodada por el cafetal cuando iban para la Arabia donde nosotros estábamos. Le hizo jurar al conductor que no contaba.
    El pobre, auncuando quería "honrar" su juramento ante el reclamo de José Jaramillo por los rayones en el jeep tuvo que contar

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

A CUBA POR EL CAMINO DE HERRADURA

CERCA DEL MAR DE LOS LAMENTOS