YO VIVÍ EN UN PARQUE
Foto: Victor Hurtado El lugar donde soñamos, tomamos conciencia de nosotros mismos y tratamos de realizar nuestras ilusiones es el lugar donde realmente vivimos, con más importancia que el lugar físico donde dormimos y nos alimentamos. Tratar de hacer una narración hilada, cronológica, sobre el tema no es posible. Simplemente pondré juntos mis recuerdos alrededor de este hermoso sitio bendecido por un guadual y envuelto a veces por la neblina. Desde mis seis años de edad, y hasta los 20, mi centro vital fue el Parque Caldas. Curiosamente viví en cinco casas en su alrededor. Recuerdo los trasteos entre ellas, en carretilla, exhibiendo los viejos muebles que ya habían perdido su elegancia, bajo la mirada evaluadora de las vecinas. Mi tío Arturo decía, con razón, que cada trasteo equivalía a la cuarta parte de un incendio. Todas las casas a menos de cuadra y media de la estatua del sabio Caldas que le dio nombre al sitio. Viví por catorce años en el parque Caldas. El punto central era la