VIDA SOCIAL


 

Se hablaba de vida social en los periódicos que se llenaban de fotos de fiestas y reuniones. La comenzábamos con la ceremonia de nuestro bautizo. Allí éramos el personaje principal, y a pesar de serlo, nos desvistieron parcialmente, nos mojaron, nos untaron aceites raros y nos hicieron llorar. En la fiesta los demás se atracaban de ponqué y vino, para nosotros, el tetero de siempre. Una clara injusticia.

Llegaron los ruidosos cumpleaños infantiles. En la primera infancia terminábamos todos babeados por las caricias de las señoras de la fiesta, mareados por el paso de mano en mano, y nos seguían embutiendo el famoso tetero mientras los demás se atiborraban de pasteles y vinos. La misma injusticia.

 Más adelante, antes de entrar, nos entregaban el regalo para el homenajeado. Queríamos quedarnos con él, y nos pellizcaban: no lo arrugue, llévelo derecho, sonría. Arrancábamos mal en la fiesta. Alguna vez un niño, que venía justo detrás de mí, traía una pelota de regalo y, a voz en cuello, le dijo a la mamá que las pelotas que estaban dando de sorpresa en la fiesta eran mucho más grandes.

Llegó mi primera comunión. Recuerdo con horror, la norma religiosa de obligatoria abstinencia de alimentos desde la noche anterior.  Yo sentía que me querían matar por inanición dentro de una casa repleta de dulces y ponqués para la fiesta . Todos los niños participantes llegamos a la iglesia emperifollados, incómodos, con trajes nuevos y camisa almidonada, además con un lazo ceremonial blanco, bordado, sujeto al hombro derecho. Yo, en la Iglesia, desesperado con la larga ceremonia y llevando un cirio encendido resolví prenderle candela al lazo de mi vecino. Esto animó la ceremonia, llegaron los gritos por la oreja chamuscada de la víctima y por mi pobre oreja que casi me arranca una maestra.

La vida social cambió al llegar las fiestas de quince años de mis amigas porque a pesar de que todo lo querían controlar las mamás, ya no era posible. Normalmente era el mismo círculo de amigos, de compañeros de colegio, y teníamos tiempo de prepararnos, de definir un previo lugar de encuentro para “entonarnos debidamente”, y así llegar “prendidos” a la fiesta.

Llegábamos luciendo elegantes, como Rinrin renacuajo, -corbata a la moda, sombrero encintado y chupa de bodas-. Saludábamos cortésmente a todas las señoras, y buscábamos un sitio estratégico donde tuviéramos fácil acceso al trago y a la niña que nos gustaba. 

Existía un protocolo y un orden para invitar a bailar que se respetaba. La sensibilidad estaba a flor de piel, la menor caricia nos excitaba y cualquier comentario adverso era una catástrofe. Eran unas reuniones divertidas donde comenzábamos a disfrutar el ser nosotros mismos y poderlo expresar.

  Luego tuvimos la presentación en sociedad de algunas de nuestras amigas. Algo muy importante y que además marcaba el status social de las familias. Se notaba el gran esfuerzo, los preparativos, las invitaciones y una bien programada fiesta. Debía ser en el Club Manizales y con nota periodística en La Patria - Se llevó a cabo, en el Club Manizales, una fiesta de gala para celebrar la presentación en sociedad de la preciosa jovencita n.n . Su dulce y fina silueta es un motivo de alegría en Manizales. Su cordialísimo modo de ser, su gentil manera de portarse y el brillante talento de que es dueña y que le vienen de ancestro. Dama del más noble linaje pueden escribirse para ella los más hermosos madrigales. La fiesta, animada por la orquesta Los Players, fue un lindo momento para compartir entre los distinguidos asistentes.- .

Fueron fiestas deliciosas. Ya se nos había olvidado el sabor del tetero y disfrutábamos del añejo sabor del whisky.  Habíamos madurado y sentíamos con mayor fuerza la atracción femenina y su extraño poder. Era más emocionante sentirlas cerca que un buen partido de fútbol. Esa atracción comenzó a hacer estragos,  mis primos y amigos  buscaban casarse. Yo también caí en el embrujo ,gracias a Dios continúo en él.  Para celebrarlo debidamente mis suegros nos hicieron una magnífica reunión, reseñada en el diario Vanguardia Liberal.

El ciclo se reinició y tuvimos las reuniones por el bautizo de nuestros hijos, sus primeras comuniones, sus matrimonios y seguimos la cadena de la  vida social. Luego algunos cumpleaños y las reuniones de exalumnos, cada vez más difíciles de realizar festivamente. Ahora cuando logramos reunirnos los mismos, es con frecuencia para algún entierro, esta es una vida social que se lleva hasta la muerte. 

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