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Mostrando las entradas de febrero, 2024

ESPERANDO BUS

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  Al comenzar bachillerato mi nuevo colegio, el San Luis Gonzaga, quedaba lejos de mi casa y no tenía servicio de transporte escolar. Muy temprano salía a coger el bus, a un paradero cercano situado entre dos bares que con frecuencia ofrecían el espectáculo de borrachos tirados en la acera. Esto era impactante y triste, más en las frías y frecuentemente lluviosas mañanas manizaleñas.     En algunos días, cuando llegaba al paradero,  estaban de rumba. Yo procuraba identificar a los festejantes, mirar a las coperas. Cierto día oyendo en la pianola un bolero, un piano y a un cantante automáticamente pensé en Agustín Lara y me puse feliz. Estaba equivocado: era la nueva figura musical Fernando Valadés. Pronto parodiábamos su canción estrella “Como de que no” cantando felices “como te quedó”. En los paraderos se aprendía música.   Cada bus urbano era un universo diferente. Aún no los habían uniformizado con propagandas comerciales y slogans políticos. Conductores amables, que parecían compe

MATRACULIADA

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  Esta foto que me envió mi amigo Hernando Salazar Patiño, cazador de recuerdos, el faro cultural de Manizales que hace poco fue derribado por las olas de la vida, fue la primera puntada para un tapiz de recuerdos que quiero compartir con ustedes. Hace muchos años él fue quien corrigió, ácidamente, mis primeros escritos. Un grato recuerdo.   Terminé primaria en el Colegio Nuestra Señora. Entrar a San Luis Gonzaga, regentado por la Compañía de Jesús, fue un gran cambio. El ambiente escolar era diferente, la relación con los profesores era directa y amable. Me sentía contento a pesar de la misa diaria a las 7 a.m. y el desayuno frío, tomado luego de la eucaristía y llevado en una fiambrera metálica debido a la norma eclesiástica de estricto ayuno 12 horas antes de comulgar que no me permitía hacerlo en la casa y caliente. Llevaba en la cajita una doble ración de arepas con queso y mantequilla para intercambiar por los llamativos “ wafles ” de mis amigos, empacados en loncheras plásticas

LA TENSIÓN DINÁMICA

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  En la adolescencia, aprendiendo a afeitarme, caí bajo el dominio del espejo, de la propia imagen. Habiendo sido muy consentido por mi condición de huérfano de padre desde la cuna llegué a pensar que era lindo, como me lo repetían mis tías. Al llegar a bachillerato comencé a contrastar mi figura con la de mis compañeros. Casi todos más altos, fuertes, velludos. Llegué a pensar que mis tías me decían mentiras y especialmente mis brazos escuálidos, lampiños, comenzaron a avergonzarme. Solo quería usar camisas de manga larga, no quería usar el uniforme de gimnasia y odiaba la costumbre de hacer fila para todo, me recordaba continuamente mi falta de tamaño. Eran filas por cursos, según altura y yo quedaba siempre en los últimos puestos. Afortunadamente mis tías seguían diciéndome que yo era lindo. Poco podía hacer, pero aparecieron avisos sobre Charles Atlas, mostrando al alfeñique de 54 kilos que se había convertido en el hombre más perfectamente desarrollado del mundo por su reconocido

DESVARIANDO

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  Finalizando mi sexto de bachillerato en el colegio San Luis Gonzaga, de los jesuitas, algunos estudiantes organizaron una fiesta de despedida a los próximos bachilleres. Escogieron la finca El Algarrobo de la familia Estrada Chavarriaga. Una típica y hermosa hacienda cafetera.   Llegamos a media mañana en un bus. Ya olía a aguardiente y los ocupantes pasaron de simples escolares a ser extrovertidos alborotadores. Una tradicional matada de marrano los estaba esperando, pero teniendo cuidado en que la buena alimentación no limitara los efectos etílicos. A algunos tuvimos que acostarlos, en una apartada habitación, para que durmieran sus excesos.    Llegaron los sacerdotes jesuitas a participar y el ambiente les pareció pesado, fuera de control, indebido para unos “ príncipes Gonzaga ”. Tocaron en la cerrada habitación, refugio alcohólico, y preguntaron la razón de estar encerrados. Al más borracho se le ocurrió decir que era para evitar la joda del padre Prefecto. Los curitas no aguant