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Mostrando las entradas de abril, 2024

SEMANA MAYOR

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Preferí este título al de Semana Santa. Yo he pasado muchas Semanas Mayores y pocas semanas santas. Desde mi primera infancia viví en la casa de mi abuela materna. Un ambiente liberal de muchas caras. Todas respetuosas del marco religioso que las envolvía, pero expresando con libertad sus formas de sentir y vivir la vida. No se dejaban enjaular. El rey era mi tío Arturo, tantas veces mencionado por mí. Cada vez lo siento como alguien muy especial, como un maestro innato que llenaba de alegría sus lecciones. En el desayuno nos enseñaba, a mi hermana Berta y a mí, a conocer el mapa de Colombia construyéndolo a mordiscos, en la gran arepa antioqueña que siempre nos acompañaba. No se me olvidan ni él, ni el mapa. Saboteaba el rosario diario de mi abuela entrando de improviso con una fanfarria de circo con su armónica ( para pan pan pan pan pan ), arriesgándose a los pellizcos de la nana. Cuando estábamos en Aguadas, la tierra natal de los Jaramillo, en la  Semana Santa , resaltaba aspectos

ENTRE BORDADORAS

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        Mi mamá no necesitaba apellidos en Manizales. Era una real institución, con posiciones y comportamientos muy propios e independientes, que muchas veces chocaban con los criterios del mundo godo que la envolvía: de pocos rezos, muchas canciones y bordados, algunos aguardientes y una apertura social total, lo que resultaba extraño para su medio y su calidad de viuda. En esa época ellas, las viudas, lo único que podían hacer era rezar, tejer y cuidar a sus hijos. Pastorita nos dijeron a los dos. Comenzaron a llamarme así en el bachillerato. A mi mamá, Pastora Jaramillo, todos la querían por su manera de ser espontánea, amable, y le decían Pastorita por cariño y por ser diminuta. En mi colegio se volvió popular porque en su carro, un De Soto azul modelo 53, pretendía cargar con mil alumnos cuando iba a recogerme. Los montaba hasta en el baúl. Una locura. No me acuerdo si mi apodo en sus inicios me molestaba. Pienso que mi admiración por mi mamá me ayudó a aceptarlo. Tuve que salir

Aparecen los Toros.

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                                                                                     Comenzando mi juventud busqué vivir intensamente el más importante evento anual de Manizales, las ferias taurinas, en las cuales la devoción a todo lo español supera la tradicional veneración a la Virgen del Carmen. Muchas familias, algunas con real sacrificio como la mía, pagaban cumplidamente y durante todo el año, mes por mes, su derecho a un abono para la temporada. Además, participaban en las tertulias de las peñas taurinas para mejor entender los toros y el arte de su lidia, y releían las excelentes y gratuitas cartillas sobre el tema, publicadas por el municipio en un esfuerzo educativo que logró formar una cultura taurina en Manizales. Las ferias locales eran una herencia de las fiestas de abril de Sevilla, un renacer de ibéricas raíces, razón por la cual algunos lugareños se equiparaban con los andaluces. Las otras raíces poco contaban. Para la cultura local todo suceso importante debía tener

MARCO INSPIRABA TEMOR

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    Marco era un campesino demasiado elemental, pero siempre fiel a mi tío Hernán aún en condiciones de peligro. Lo contrató por muchos años en sus fincas. De niño yo le tenía miedo. Miedo nacido de su cara hosca, de su innecesaria brusquedad, del maltrato a su familia y a los animales, del pavoneo por sus excesos y de su machismo. Pienso que la razón para contratarlo era poder contar en la finca con su esposa Teresa, una mujer sencilla, servicial y estoica a quién él humillaba continuamente. Tuvieron un hijo que creció tímido, apocado, temeroso, avasallado por su papá. Parecía tener retraso mental y lo que tenía era violencia doméstica.  Teresa soportaba a su esposo como un deber religioso, ella quería llegar al cielo. En las fincas era una perfecta ama de casa que cuidaba con cariño a mi tío. Fuera de sufrir a Marco, sufría de un tremendo coto que de niños nos sorprendía y, cruelmente, pedíamos que nos mostrara su cuello, donde parecia se le hubiera atragrantado un aguacate.  Los pri