Entradas

Mostrando las entradas de mayo, 2024

A SU MANDAR

Imagen
  Don José Echeverri Restrepo, cuando terminaba de atender a un cliente en su Farmacia Cervantes, decía siempre sonriente “a su mandar”     . Era un hombre corpulento, muy alto, un personaje amable. Lo especial del mensaje y el nombre de su droguería “Cervantes” bien indicaban la influencia, en su formación, del padre Nazario Restrepo, un tío suyo especialmente culto, polifacético, educador, y para muchos un precursor del grecolatinismo caldense. Las dificultades económicas de su familia no le permitieron estudiar medicina. Se graduó de farmaceuta y buscó ser un autodidacta en muchos temas médicos. Con tenacidad y esfuerzo montó su propia y exitosa farmacia.  Por muchos años viví en la casa contigua al edificio donde estaba la Cervantes y habitaba la familia Echeverri. Yo solo tenía una hermana que estudiaba interna y luego se casó muy joven; así mis compañeros de juego eran los hijos de don José, solo nueve, y yo llegué a sentirme parte de su familia.  Él me te...

UN ENTIERRO MUY CURIOSO (FINALES DE 1950)

Imagen
    Carrozas de Aparicio Cabal (foto/archivo del instituto caldéense de cultura) Vivíamos en unos oscuros "bajos" que tenían dos ventanas que daban a la vía principal, la carrera 23. Estando allí comenzó un tremendo escándalo en la calle, corrí a una de las ventanas y observé un raro cortejo fúnebre.  Anoto que todos los días pasaban dichos cortejos por nuestra vecindad, dada la cercanía de la iglesia de La Inmaculada y su muy cercana Funeraria La Equitativa. Lo particular de éste eran el jolgorio, la borrachera, los insultos al cadáver y un trapo azul sobre el ataúd. Algo muy extraño que me inquietaba. Le pregunté a mi tío Arturo sobre lo que veía y él me aclaró que era un entierro simbólico del equipo de fútbol Millonarios que acababa de perder el campeonato con el Deportes Caldas, que estrenaba su primera estrella.  Creo que esto explica mi dicha ante casi cualquier derrota de Millonarios: siempre me hace revivir este surreal momento de 1950. El exótico entierro p...

CON LA POLICÍA MONTADA

Imagen
        Para cualquier manizaleño de edad madura la procesión por excelencia era la del Sagrado Corazón de Jesús. De obligada asistencia para los estudiantes de primaria y bachillerato. Servía de punto de encuentro  de los dos grandes poderes que enmarcaban el orden del espacio vital: el tradicional de la Iglesia Católica y el militar, recién llegado a un primer plano por el golpe de estado del General Rojas Pinilla.   La jerarquía eclesiástica relucía en los ritos religiosos, en las largas procesiones: marchas místicas que, a paso lento y llenas de imágenes sagradas, símbolos y rezos devoraban las calles y la atención de los habitantes. La más significativa era la del Sagrado Corazón que congregaba seminaristas, estudiantes de colegio, delegaciones coloridas provenientes de otros municipios con bandas de guerra de uniformes circenses, militares, policías y muchos fieles con real devoción, unidos a otros a los que sólo les importaba el espectáculo. Muchos a...

VIVIENDO LA DICTADURA

Imagen
  Los militares llegaron al poder en 1953, creando expectativas de paz y orden. Varias de las guerrillas liberales creyeron en el publicitado binomio “pueblo-fuerzas armadas” e iniciaron su reintegro a la normalidad, lo que resultó trágico para algunos de sus dirigentes, como Guadalupe Salcedo, asesinado por la policía en Bogotá a poco tiempo de rendir sus armas.   Los militares promocionaron el cambio institucional. Se repartieron cientos de afiches que mostraban a una mujer gorda y poco agraciada embutida en un uniforme militar caqui, la capitana del pueblo, María Eugenia, la hija del dictador. Trataban de copiar la glamorosa imagen argentina de Eva Perón, algo imposible por la evidente carencia de porte de la versión local. La hicieron aparecer en obras sociales financiadas por el tesoro nacional, como el servicio nacional de asistencia social Sendas, para fortalecer su presencia como importante soporte de la dictadura. Si María Eugenia hubiese muerto en dicho tiempo, tambi...