PAGO POR ASCENDER
Luego de mi expulsión de las residencias universitarias pasé más de un año de trashumante, de “arrimado”, en varios apartamentos. Carlos Albán Muñoz, un buen amigo de la facultad perteneciente a una linajuda familia de Popayán, me hizo una curiosa propuesta. Pasarme a un excelente apartamento, en pleno barrio Prado, con servicio doméstico uniformado, buena alimentación con vino incluido, pagando lo mismo que cancelaba en un típico apartamento de estudiantes. La acepté sin dudarlo. El origen de la propuesta nacía de un joven rico, conocido de Carlos, recién trasladado a Medellín como gerente de la sucursal local de una exitosa empresa de su familia con sede principal en Bogotá. Rollizo, anodino. Tenía anhelos y real necesidad de buenos contactos, para escalar en la pirámide social, y de compañeros que le ayudaran en ese ascenso. Carlos era un exitoso donjuán, con varias novias, algunas en Bogotá, y vivía muy agradecido porque yo le manejaba la correspondencia. Le servía de “secretario