DELIRIOS VOLADORES


  

En el año 1964 me inscribí en un curso de pilotaje aéreo en el Aeroclub Manizales. Tomé muy pocas clases y pronto entendí que este sueño estaba fuera de mis capacidades económicas. Disfrutaba en las reuniones, me reía de los apodos: “Los Loritos” del aeroclub, por hablar mucho y volar poco, a un socio,por ser el distribuidor de los camiones de esa marca, lo denominaban “Pegaso”, el caballo que vuela . Era un entorno amable.

El que me animaba era mi amigo Fabio Jaramillo C. Siempre pensaba en volar. Armaba aeromodelos con ruidosos motorcitos. Escuchaba por radio, las comunicaciones de los pilotos con la torre de control. Quería entrar a Avianca para cumplir sus sueños. Su papá, con buen criterio y conociendo las dotes de Fabio como excelente estudiante, lo impulsó a estudiar ingeniería. Lo convirtió en un exitoso ingeniero con alas propias,terminó regalándole una avioneta. Una receta perfecta. Su sede fue Manizales, pero por ser volador, atendía clientes en todo el país.

Disfruté las experiencias de controlar el vuelo, de libertad, de flotar entre las nubes. Las contaba orgulloso. Recuerdo el examen del “curso de tierra”, que hicimos en el Club Manizales, con examinadores fueron traídos personalmente por el instructor del Aeroclub, en vuelo directo desde Bogotá. Gran recibimiento, invitación a almorzar, con derroche de licores y atenciones. Terminamos alumnos y examinadores abrazados, revisando y respondiendo juntos todas las preguntas. Nunca me había ido tan bien en ningún examen. Luego yo  afirmaba que era un piloto exclusivamente de tierra, porque era lo único que tenía aprobado.

 

 

 

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