PENSANDO CON LAS PATAS
En bachillerato, en el colegio San Luis Gonzaga de los jesuitas, el matón del curso, orgulloso, brusco, gritón y fuerte, me tenía entre sus víctimas. Pienso también tenía problemas en su casa. Alguna vez, al prepararse para jugar fútbol, exhibía orgulloso las marcas de fuertes correazos en sus piernas. Decía que así trataban a los hombres en sus casa.
Su agresividad, con tintes de resentimiento social, ayudaba a manejar en el campo de futbol, los tremendos partidos contra el equipo de un colegio popular, el Gimnasio Manizales. Nuestro rector, insistía que los Gonzaga debíamos ser los caballeros de la cancha, yo pensaba que solo a veces. Su líder era un difícil Dorancé, que enfrentaba, a golpes y patadas, a nuestro perdonavidas. Era de simple supervivencia entrar en la pelea y, en esos momentos, yo miraba distinto a mi explosivo compañero.
Como buen acosador, creía sabérselas todas, pero sacaba malas notas y pagaba frecuentes castigos. Lo obligaban a sufrir “la sombra”, que era estar en el colegio los sábados en la tarde respondiendo por tediosas tareas. Especialmente acosaba a un querido y especial amigo mío. Alguien reservado, inteligente, excelente estudiante, poco deportista, amable, que no cascaba un huevo. Lo empujaba siempre que podía, le desordenaba su pulcro escritorio, le amargaba la vida. Lo saturó, y un día cuando le tiró sus útiles al suelo, la víctima se rebeló e, increíblemente, sacó una navaja automática de su bolsillo y arriándole la madre lo sacó corriendo del salón de clase. Nunca lo volvió a joder. A todos “nos corrió un fresco”, lo aplaudimos, y el sacerdote al mando solo lo calmó y no le puso castigo alguno. Se olvidó del precepto cristiano de poner la otra mejilla, creo que casi se une a los aplausos.
Mi amigo tuvo una brillante carrera profesional al frente de su exitosa oficina de ingenieros civiles. Con una linda familia. El bravucón, por sabérselas todas y no pensar, sufrió graves tropiezos laborales, familiares y económicos.
Poco tiempo después del susto de la navaja, el matón fue expulsado del colegio. Curiosamente tuvo que graduarse en el Gimnasio Manizales y salir en un gran mosaico de graduación que fue exhibido en la vitrina de un importante almacén de Manizales al lado de Dorancé, Dios los cría y ello se juntan.
Qué recuerdos tan frescos. Envidiable memoria Luis
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