YO LOS PREFIERO MUERTOS
Popayán tuvo gran influjo en el desarrollo cultural y político de Manizales, por algo creamos el departamento de Caldas en honor a Francisco José de Caldas, figura histórica del Cauca. Mis tíos, como muchos manizaleños, hicieron sus estudios universitarios en Popayán. Esta influencia ayudó a darnos a los caldenses un toque especial. Ante la pregunta de si los manizaleños eran antioqueños de verdad decían que sí, pero educados en Popayán.
Esto explica que, en el colegio, en mi primera presentación ante la Academia Literaria Aquilino Villegas, me atreviera a recitar Anarkos del poeta Guillermo Valencia. Un muy extenso poema del cuál recité numerosas estrofas. Me felicitaron por el atrevimiento y me criticaron por lo extenso. Por esos años estuve amarrado a esta forma poética y me embelesaba con “Los Camellos”, con “Palemón el estilita” y su orfebrería verbal.
Más tarde en mi vida pasé de la influencia de Guillermo Valencia, a la de su hijo Guillermo León en su presidencia de Colombia en los años 1962 – 66. El León no escribía versos, le gustaba la cacería, la buena vida y luchaba contra la tremenda violencia partidista de esos años. Recordaba de su padre la frase: “la espada es un instrumento de cirugía política” y así quería utilizarla.
En esa época hice mi primer viaje a los Llanos Orientales con fines cinegéticos. La inexperiencia nos enredó el viaje, cometimos todos los errores y carecíamos de armas de largo alcance. Viajamos al llano profundo buscando sitios alejados donde los venados abundaban y aún no tenían miedo al hombre. Así podíamos acercarnos para tratar de cazarlos con escopeta.
Encontramos el sitio preciso y precioso. Armamos el campamento con todo cuidado, nos acostamos temprano para madrugar a la cacería. La emoción no nos dejaba dormir. Amaneció, nos tomamos un café, salimos a comenzarla y nos llegó una tremenda sorpresa: del cielo se desprendió un helicóptero militar, bajaron uniformados armados y nos exigieron retirarnos inmediatamente de una extensa región del Meta. Estaba reservada como coto privado de caza del señor presidente. Era la parte del León. La disculpa era proteger al mandatario.
Años después, ya casado, viví en Ibagué donde nos acogió cariñosamente la familia Restrepo Caicedo. Allí conocí a uno de sus yernos, general del ejército. Luego, ya retirado en Bogotá, me narró una preciosa anécdota del León: el general, de joven, había sido edecán del presidente Valencia y asistió a la primera reunión privada con los altos militares del momento. El mandatario hizo una fuerte arenga ordenándoles erradicar el bandidaje que asfixiaba a Colombia en ese momento. Fue enérgico y contundente.
El militar se levantó y pomposamente le declaró al presidente que el ejército le traería a los bandoleros vivos o muertos. Se levantó molesto el presidente y le respondió: “Usted no me ha entendido, yo los prefiero muertos”.
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