ENAMORADO DE LIBERTAD LAMARQUE
Comenzaba la testosterona a agitarme la vida y mi tío Arturo me llevó al Teatro Manizales a un concierto de Libertad Lamarque. Fue un choque total. Se me salían los ojos para verla bien. Arturo notó mis afanes. Me habló de ella, de su nuevo amor, que era el pianista acompañante, y me ofreció comprarme un disco de la artista.
Yo no quería contentarme con eso y lo obligué, al final de la actuación, a llevarme a su camerino. No era fácil, pero mi tío, muy conocido, narizón y sonriente tenía muchos amigos y nos dejaron pasar.
Nos abrió el pianista. Yo lo envidiaba. Ya estaba informado de mi locura juvenil y amablemente comentó que teníamos puntos en común. Casi le aclaro que eran en común pero que el mío era solo un ensueño. Me advirtió que tenía muy poco tiempo y apareció sonriente la cantante. Tomó mi mano y pude naufragar en sus ojos verdes.
No pude hablar. No necesité hacerlo. Mi arrobamiento era total y ella lo comprendía. Un suave tirón de mi tío me hizo retirarme.
En mi desvarío busqué una vieja pared con madreselvas en el interior del teatro Olimpia para darle vida al tango. Comencé a susurrarlo cuando, trémulo, cerraba su camerino:
Madreselvas en flor que trepándose van
Es tu abrazo tenaz y dulzón como aquél
Si todos los años tus flores renacen
¿Por qué ya no vuelve mi primer amor?
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