CONDUCIENDO CON UN TOQUE ESPECIAL
Mi mamá, posiblemente luego de una buena cosecha de café, compró un automóvil Dodge de segunda mano, color azul, modelo 53. Fue la locura. Su profesor de manejo era un propietario de taxis, un moreno amable y bien plantado que se llamaba David. Ni siquiera este David pudo con Pastora Jaramillo, era ella quien ponía las reglas. Mi mamá solo respetaba las normas de tránsito que le convenían. Manejaba a la máxima velocidad que el tráfico le permitía. Además, hacía vida social al volante, y pretendía saludar a todas las personas con las que se cruzaba. Ser tan conocida se traducía en frenadas intempestivas y continuos trancones. Tuvo muchos accidentes menores, se estrelló contra la puerta de mi colegio, arrastró varios metros a un policía de tránsito que estaba montado en una gran torre de madera, desde donde inútilmente pretendía dirigirla. Una vez, bajando a La Arabia en el Land Rover de la finca familiar, decidió echar atrás al conductor y tomar el control del vehículo. En ...