CONSTRUYENDO A MI PAPA
Perdí a mi papá cuando tenía apenas cuatro meses de edad. Murió a causa de un cáncer de garganta. Con el tiempo, empecé a notar que otros niños hablaban de sus papás, los querían, los tenían presentes. Yo, en cambio, encontraba un vacío.
Sentía la necesidad de llenarlo, de construir al menos una imagen. Me aferraba a los rasgos de mis tíos que me agradaban. Con esos fragmentos, y con los recuerdos que mi mamá compartía, fui haciendo ensambles. Las fotos no me gustaban: la mayoría mostraban sus últimos años, marcados por los signos de la enfermedad. Finalmente, conseguí una imagen de él cuando era joven, lleno de vida. A esa foto me he aferrado desde entonces.
Mi gusto por el tango nació, curiosamente, de una frase sencilla de mi mamá, “eso le gustaba mucho a tu papá”,cuando el radio transmitía el tango Isla de Capri. Así, ya tenía una foto y una canción. Por casualidad supe que leía atentamente el libro El deber, de Samuel Smiles, y logré conseguir un ejemplar. Los títulos de los capítulos son dicientes: La conciencia, El deber en acción, La honradez y la verdad hablan bien de quien las medita.
Para completar ese inventario precario, y para mi sorpresa, descubrí que había sido un hombre de izquierda, que solía acompañar a María Cano, la flor del trabajo en Colombia, en sus luchas sociales. Ese dato me llegó tarde. Para entonces, yo ya creía firmemente en el Partido Conservador y en “la libertad dentro del orden”.
Envidiaba a mi hermana mayor, que recordaba vagamente su compañía, su calor, y cómo la mecía en un columpio en la finca del abuelo.El consuelo era que mis tías decían que me parecía a él. Yo, con mis ansias de huérfano, quería creerlo cada vez que miraba la vieja fotografía, y con fragmentos prestados, intentaba construir un rompecabezas al que siempre le faltaron piezas.
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