DE RAPIÑAS Y RENACERES
Después de la creación del Quindío en 1966, y del doloroso parto del nacimiento de Risaralda dos años después, donde los pereiranos arrancaron del suelo los rieles del ferrocarril que atravesaban su ciudad, se desmembró el departamento de Caldas, aislando así a Manizales.
Comenzamos a sentir, como en las propagandas de Davivienda, que Manizales estaba en el lugar equivocado. Ya no era un cruce de importantes caminos, era algo diametralmente opuesto a lo que había sido en su fundación.
Nos tocó refugiarnos en la cultura, y así nació el Festival Internacional de Teatro. El liderazgo de Ernesto Gutiérrez Arango, Emilio Echeverri, Carlos Ariel Betancur, Hernando Yepes y otros lo impulsó. Nació grande, y los jóvenes de entonces volvimos a soñar de igual manera. Empezamos a saber de Grotowski, Ionesco, Jack Lang y de un teatro que iba mucho más allá de un simple sitio para ver películas.
Por el escenario pasaron Pablo Neruda, Mario Vargas Llosa, Ernesto Sábato y Miguel Ángel Asturias. Neruda recitó sus poemas en el Teatro Fundadores con enorme éxito; la policía tuvo que contener a quienes intentaban saltarse los controles para escucharlo.
Fue un esfuerzo esencial para educarnos. Cada país aportaba, además de sus artistas y presentaciones, brillantes conferencistas que mostraban su capacidad intelectual y creativa. El programa era alucinante. Algunos estudiantes de bachillerato llegamos a capar clases para asistir.
Con notorias excepciones que lo aprovecharon bien, a muchos solo nos quedó un barniz superficial, suficiente para lucirnos en trances etílicos. Todos creíamos estar “Esperando a Godot” o ser parte de “La querida familia” de Ionesco.
El viejo Caldas murió, pero el rebrote cultural sigue vigente. En 2024, el Festival reunió a 169 artistas de 28 agrupaciones y ofreció 49 funciones, evidenciando su dinamismo y su capacidad para seguir creciendo, transformando a Manizales en un destino cultural para toda Latinoamérica.
Del Gran Caldas, ahogado violentamente, surgieron tres pequeños departamentos y quedó un hermoso sombrero: el Festival Internacional de Teatro.
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