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Mostrando las entradas de noviembre, 2025

SE FUNDIÓ EL PROFESOR

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        Cursé la primaria en Manizales, en el Colegio de Nuestra Señora, propiedad de la Curia Diocesana. Una vieja construcción de dos pisos contigua a la iglesia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de la cual éramos obligados asistentes con demasiada frecuencia. Los baños eran una simple zanja encementada, con divisiones precarias y servicio de agua solo durante los recreos. La disciplina era estricta: filas para todo y llamada a lista en cada curso. El profesor entonaba: “Londoño Jaramillo, Luis A.”, y yo respondía: “¡Presente!”. Un solo maestro impartía todas las materias. El ambiente cambiaba cada año y, a veces, teníamos desagradables sorpresas: un profesor ocasional, de cuyo nombre no quiero acordarme, nos hacía pasar al tablero y, si cometíamos un error, nos levantaba rudamente del cinturón, borraba con nuestro propio cuerpo lo escrito y nos arrojaba al suelo. En la contraportada de la libreta de calificaciones figuraba, y lo hacían cumplir: Así y todo, c...

EL PATO DONALD ME ARRANCÓ UNA OREJA

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      Era una escuelita ubicada en una vieja construcción del tradicional barrio de Los Agustinos en Manizales. Fue mi jardín infantil. Llegar allí era un premio de montaña por sus empinadas calles. Las clases se dictaban en unos bajos con instalaciones mínimas y pobres. Lo grande allí era el espíritu alegre de Gabrielita y los múltiples recursos de su imaginación. Conservo un amable recuerdo de mi mal llamado “jardín” (no merecía ese nombre, pues en su estrecho patio, casi sin sol, no crecía nada). Todo era muy sencillo. A mí me recogía y llevaba, caminando, una señora que hacía lo mismo con otros niños del vecindario, y luego nos entregaba en nuestras casas. El único incidente molesto fue culpa mía. En un recreo, mientras brincaba sobre los pupitres —que estaban contiguos al ya mencionado y mínimo patio—, al intentar saltar al suelo bruscamente, trastabillé, y lo único que encontré para sostenerme fue la oreja de un compañero, desgarrándosela ligeramente. Vinieron enton...