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Mostrando las entradas de enero, 2024

ESPIKIANDO VERIWELMENTE

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  Soy de Manizales y desde muy temprano entendí que para los nacidos en el patio trasero de Estados Unidos es indispensable dominar ese idioma para existir plenamente, no sólo subsistir. Para mí ha sido una interminable e interminada tarea.   En mis primeros años no existían en la ciudad colegios bilingües y un vecino, amigo de mi mamá, nos dictó algunas clases a mi hermana y a mí. Solo recuerdo su amabilidad y mis visitas a su gran bodega de compra de café, casi al frente de mi casa, donde me dejaba jugar y me daba alertas en inglés.  “Watch out for the truck” - “Don´t go up these stairs”.  Alguien muy especial. En la primaria creo ni el rector conocía el idioma. En el bachillerato, con los jesuitas, se dictaban algunas clases con profesores del Colombo Americano. Faltó una adecuada motivación. Eran para cumplir un pensum, no me interesaron. Al estar finalizando el bachillerato comenzó a llamarme la atención una jerga: el lunfardo, para poder entender algunos tangos...

MANIZALES DEL ALMA, MANIZALES DE ENSUEÑO

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                                                                                                          Manizales en mi infancia era poco más que un simple punto de encuentro y vivienda de propietarios agrícolas. Algunos economistas pregonaban que eran necesario diez campesinos activos para mantener a un citadino y eso se cumplía. La población en Caldas era mayoritariamente rural.   Sentíamos a Manizales de modo diferente. Llegábamos a ella por carreteras sinuosas, faldudas, en mal estado, llenas de curvas en las cuáles era imposible narcotizarse como en las autopistas gringas. Permitían fijarse en el paisaje, obligaban a observar sus alrededores, nos permitían vivi...

CRISPADOS POR CRISPÍN

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    Estábamos jóvenes, con tres niños pequeños, felices recién pasados a un nuevo barrio bogotano, Gratamira. En 1978 era una isla en medio de potreros en las colinas de Suba, con amplias zonas verdes. Estaba en plena construcción y muchas casas aún sin entregar. La preocupación mayor era la seguridad por lo apartado del sitio y por un tremendo campanazo de alerta: una noche asesinaron al celador de la portería. Para completar, los constructores, sin darnos aviso, quitaron la celaduría de la obra y los residentes aún no estábamos organizados, apenas nos conocíamos de vista. Ante la urgencia improvisamos por turnos rondas nocturnas de propietarios, algunos armados, y para el frío las acompañábamos con botellas de brandy. Esto creó sólidos lazos de amistad y de trabajo conjunto.  Logramos formar nuestra asociación y elegir la primera junta directiva. Con buen criterio nombramos a un exmilitar como jefe de seguridad y se organizó nuestro servicio de celaduría.  Nos...

EL MOJICÓN DE ELEUTERIA

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    En Sonsón, donde son dos veces, yo pasé dos veces mis vacaciones de bachillerato en la casa de mi hermana Berta. Llegaba, luego de un viaje largo y atroz en chiva desde Medellín, a encontrarme con un lindo y frío pueblo del extremo sur de Antioquia, a 2500 m.s.n.m., desde donde se divisa a Aguadas en Caldas, cercano, pero sin comunicación directa.   Me sorprendió su catedral; estuvo cuarenta años de construcción aprovechando las minas cercanas de granito. Llena de bellos detalles. Su piso en piedra tenía la imagen estilizada de la cruz. Algún párroco se le ocurrió ponerle baldosines porque no se debía pisar el símbolo sagrado,además le endilgaban a la gran construcción que dificultaba las precarias comunicaciones radiales de la época para los querían vivir pegados al radio oyendo noticias y novelas.  Los pocos sermones que sufrí estaban llenos de mensajes políticos, fustigando a los liberales por anticlericales. Repartían hojas parroquiales con el mismo énfasis. ...

MODELANDO

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                                                                  Hoy me levanté animado con  mis 79 años a cuestas y, por absoluta necesidad, tuve que mirarme en el espejo para peinarme y lavarme los dientes. Lo que vi, mis despojos, me desanimó y me pregunté como hace unos buenos años yo era un cotizado modelo de propagandas por televisión. Hoy eso no es creíble, pero me acuerdo en que en aquellos lejanos  tiempos de ajetreos publicitarios me explicaron que lo importante para escoger a un modelo no era su belleza, sino que registrara bien.   Mi hija Alicia María, de niña, había filmado unos comerciales para Credibanco en Santa Marta y Bogotá. Yo la acompañé a sus presentaciones y, en una de ellas, un jefe de producción de la agencia de publicidad comenzó a mirarme, de un lado y de otro. ...