EL SALARIO DEL MIEDO

Luego de retirarme de estudiar derecho en Bogotá regresé a Manizales y mi mamá me avisó claramente que no estaba dispuesta a sostener vagos. Habló con Hernán, uno de mis tíos paternos, y me empacó a trabajar en las fincas alquiladas que aquel tenía cerca a Obando, un pueblo liberal del Valle a orillas del río Cauca. Sembraba algodón y maíz. Sobraban trabajo y cariño, la recuperación anímica del frustrado abogado fue inmediata. Aprendí nuevas cosas, en otro entorno. De agricultura mecanizad...