HASTA EL ORO DERRITIÉNDOSE
Corría el año 1990 y estaba la familia Londoño reunida en La Dorada para celebrar los cincuenta años de casados de mis tíos Jesús y Mercy. Sufríamos una tremenda ola de calor, habíamos alistado una obra de teatro y yo pensaba que era difícil actuar en el bochorno. Hasta el oro de las bodas se estaba derritiendo. La habíamos preparado por largo tiempo en amenas reuniones en el apartamento de la tía Laura. Un excelente anticipo, con mucha participación. El tema central fue una obra colectiva describiendo la vida matrimonial de los Willamson Londoño. Eran un delicioso caos, todos queríamos aportar y por fin pudo consolidarse. La obra la titulamos: “Los cincuenta años” y decíamos que era un auto sacramental de seis actos similar a los de Calderón de la Barca y hasta le pedimos “autorización eclesiástica” a Octavio Peláez, el primo cura. En La Dorada ya la teníamos montada cuando comenzamos a gozar la celebración. Al final pensé, que, como en el boxeo, fueron mejores las peleas prelimi