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Mostrando las entradas de marzo, 2025

PREOCUPADO POR TENER UNA PELOTA CHIQUITA

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       Un torrente de niños alegres caminábamos hacia una elegante casa en el centro de Manizales. La felicidad nacía de la fiesta de primera comunión que se insinuaba magnífica. Todos queríamos disfrutarla y nos agolpábamos en la puerta. Parejas de madre e hijo y el infaltable paquete del regalo. Un amplio zaguán nos permitió ver al fondo la mesa central y todos los preparativos. Inquisitivos, como siempre, queríamos saber cuál sería la sorpresa que al final nos llevaríamos con nosotros a casa, esa que nos tenían reservada. El enjambre infantil miraba la mesa, el enorme tamaño del ponqué y buscaba afanosamente la ansiada sorpresa. Alguien la descubrió gozoso y regó la noticia. Era una gran pelota de letras. Corrió la información y un niño vecino jaló el vestido de su mamá, con cara de avergonzado, comentándole: mi pelota de regalo es más chiquita. La avergonzada era la mamá y la marea infantil en el zaguán no los dejaba devolverse. Ella no sabía que decir y quería p...

SEMANA SANTA EN AGUADAS

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        De niño sagradamente me llevaban al pueblo a vivir la Semana Santa. Me entusiasmaba, había fervor religioso y todo era una gran obra colectiva de teatro. Para la época y en los pueblos aislados era casi el único espectáculo. La colonia Jaramillo de Manizales atiborraba las casas de mis tías. Viejas casas de tapia y bahareque con patio central y entrada para animales de trabajo y vacas de leche. Sus residentes conservaban “mangas” cercanas para alimentar a sus animales y así las mañanas comenzaban con el ordeño, demasiado temprano para mí. Me consentían con un gran vaso “de herradura” con raspadura de panela y lleno de leche “postrera”, la más espumosa. Eso me animaba. Luego un gran desayuno con chocolate casero y arepas antioqueñas calentadas en fogón de leña, huevos en variadas presentaciones y, ante mis ruegos, rompían la sencillez con una buena tajada de pionono, el delicioso enrollado de frutas tradicional. Tan delicioso que afirmaban que su receta la hab...

QUE SOÑAR PAGABA

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                      Gonzalo Mejía Trujillo les enseñó a los antioqueños, que soñar pagaba. Antioquia necesitaba zarpar al Atlántico y uno de los grandes sueños del empresario fue la carretera al mar para comunicar a Medellín con el mundo. Algo quimérico cuando impulsó la idea a mediados de los años 20. Los puso a soñar. Logró motivar a las matronas antioqueñas para entregarle oro para la epopeya. Le entregaron 250 castellanos que hoy valdrían más de $409.000 millones de pesos. Puso manos al trabajo y en el año 1956 pudo completarse su sueño y el puerto de Turbo y su zona bananera han pagado con creces esa suma. Con unos amigos antioqueños me fui de paseo a Turbo en 1967. Éramos jóvenes sin conciencia de la importancia de la carretera al mar. Solo queríamos conocer y tomarnos unos aguardientes en las playas del Caribe. La región era una zona de colonización. La forma de hacerla era con pequeños aserríos temporales. Derribaban unos ...

OTRA VEZ HUÉRFANO

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            San Esteban es el hermoso cementerio de Manizales. Lugar de paz, de recogimiento. A veces pienso que allí no hay muerto que no quiera seguir enterrado. Mi papá murió joven y desde muy niños, con mi hermana, acompañábamos a nuestra mamá a poner flores en su tumba y a verla llorar por quien no conocimos. Sentíamos su ausencia y nos formábamos su imagen sacándola de las fotografías y de las añoranzas familiares. Algo tremendamente insuficiente. En el camposanto yo rezaba para no gritar. A veces por la ausencia y otras veces por las ceremonias. Terrible mi obligada asistencia al sermón de las siete palabras. De pantalón corto, con frío, triste, recostado en una columna, teniendo a un lado las tumbas de mis abuelos paternos y al otro la de mi papá. Al frente la figura alucinada de un monseñor, parado ante la gran cruz central del cementerio agitando frenéticamente sus manos y el micrófono, con voz potente e incansable, tratando de llegar al cora...

YO LOS PREFIERO MUERTOS

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         Popayán tuvo gran influjo en el desarrollo cultural y político de Manizales, por algo creamos el departamento de Caldas en honor a Francisco José de Caldas, figura histórica del Cauca. Mis tíos, como muchos manizaleños, hicieron sus estudios universitarios en Popayán.  Esta influencia ayudó a darnos a los caldenses un toque especial. Ante la pregunta de si los manizaleños eran antioqueños de verdad decían que sí, pero educados en Popayán. Esto explica que, en el colegio, en mi primera presentación ante la Academia Literaria Aquilino Villegas, me atreviera a recitar Anarkos del poeta Guillermo Valencia. Un muy extenso poema del cuál recité numerosas estrofas. Me felicitaron por el atrevimiento y me criticaron por lo extenso. Por esos años estuve amarrado a esta forma poética y me embelesaba con “Los Camellos”, con “Palemón el estilita” y su orfebrería verbal. Más tarde en mi vida pasé de la influencia de Guillermo Valencia, a la de su hijo Guil...